No
nací para ser líder.
Nací para ser un seguidor.
A nadie admiro como líder.
Por lo que nací para seguir a
nadie.
Una que otra vez, en más de
60 años,
Pensé ser líder de algo,
Pero mi mente se inundó de
pena humana
Al entender lo poco
trascendente de lo que deseaba liderar.
Me da pena por los líderes y
guías humanos.
Sus esfuerzos y desvelos siempre
se pierden en el tiempo.
¿Ser líder de qué?
¿Convencer humanos que vivan
mi pequeña visión?
¿Qué tan duradera será esa
visión?
Ahora parece importante pero
mañana pasará.
Vanidad de vanidades, casi
todo es vanidad,
Casi todo es necedad y
aflicción de espíritu.
No deseo ser original.
Ni ser líder, ni ser jefe.
Y mucho menos ser un triunfador
en este mundo.
Solo vine a ser seguidor, y vine
a servir.
Solo una idea trascendente y
eterna,
Valdría la pena liderar, dar
la vida para ella.
Y ya tiene un líder por
siempre,
Jesús, el altísimo, el
inigualable.
A nadie, además de Él, admiro
así.
Nadie, además de Él, lleva el
pensamiento al infinito.
Lf 120517