Las palabras de Nadie abren una puerta en las mentes, que Nadie podía
ver, una vía que Nadie había recorrido. Una senda que Nadie sabe adónde va. Así
es todo nacido del espíritu según Jesús y Nadie además de él. No sabe de dónde
viene ni adónde va. Nadie es así. Nadie logra estar así de vacío.
Jesús abre ante ti puertas que Nadie puede cerrar. Jesús sabe bien lo
importante que es Nadie en su reino. Solo los que sean Nadie, sirven para estar
allí. Los alguien no sirven y Nadie lo sabe bien. Y cuan fácil es ser alguien
en el mundo, cualquiera es alguien, pero ser Nadie, Nadie lo puede desear y
lograr. Por eso el sendero de la sabiduría está oculto y Nadie lo ve, y nadie
transita por él.
Nadie que tenga errores y pecados puede acceder a la perfección. Si tu
nombre es Nadie, aunque tengas errores, puedes acceder a lo sublime, a la
perfección. Donde Nadie puede llegar.
Nadie le presta atención a esa enseñanza de Jesús de negarse a sí
mismo. Nadie lo entiende. Nadie se atreve a pasar la puerta llamada de nadie.