Veo a mis amigos en la iglesia, veo a los predicadores, oigo enseñanzas buenas y enseñanzas que considero errores muy humanos. Los veo y me alegro de no ser alguien, de mantener un perfil muy bajo, de no triunfar en las predicaciones, de no decir la verdad sobre la trinidad usurpadora. El diablo, su hijo el gran anticristo Pablo, y el espíritu falaz que han enviado, con enseñanzas verdaderas unidas a las más sutiles falacias, para que extravíe a todos los habitantes de la Tierra.
El día del juicio final, nadie va a poder decir que fue inducido a error solamente, porque también fue inducido a la verdad de Jesús, la cual traspasaron para ir en pos de las enseñanzas de Pablo al tomarlas como palabras de Dios.
No tengo que salvar del engaño a ninguna persona, estoy ahí entre todos y los veo, pero no puedo predicar, no puedo alzar la voz en las plazas. Así lo determinó el creador. Escribo este librito y estas palabras solo para los que buscan la verdad a toda costa. Para que vean que aunque tienen que permanecer solos en el mundo, no han estado solos en este sendero, transitado por miles de nadies, de seres que se negaron y guardaron silencio por siglos, dejando que las falacias hagan el trabajo de seleccionar a los que no son buscadores de la verdadera verdad.
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