A
Nadie nunca se le había ocurrido que había que escribir el último libro de la
humanidad. Y es lógico, porque Nadie era digno de decir la última palabra de la
humanidad. Y nunca se le ocurrió a Nadie, porque nunca es el siempre de Nadie.
Y me dirán que Nadie no es Nadie y les diré que tienen toda la razón, Nadie es
Nadie. Por eso fue que a Nadie se le ocurrió. Lo raro es que Nadie me lo contó
a mi y a Nadie más. Y a Nadie le puedo preguntar: ¿Por qué a mí, que no soy
Nadie?
Al
que le dé por plagiar las palabras de Nadie, con el permiso de Nadie, no tiene
problema con Nadie, porque hizo algo que Nadie previamente le había permitido.
Y es que el libro de Nadie, el último libro, Nadie lo registró y Nadie es el
dueño de los derechos de autor. Por eso todos pueden hacer con él lo que
deseen, porque lo que es de Nadie es de todos y lo que es de todos es de Nadie.
Es
imprescindible añadir las palabras de Nadie a las palabras de Jesús. Él lo dijo
tal cual, y en vez de eso, le han añadido las palabras de muchos alguien muy
importantes a las de Jesús que están en Mateo, Marcos, Lucas y Juan y en el
librito de Nadie, además de esos cuatro libritos. Por eso es que hasta ahora,
Nadie ha entendido bien el sendero al más allá, que enseñó Jesús y Nadie además
de Él.
Por ahora, Nadie me va a creer,
pero la humanidad que viene si, porque le van
comer cuento a Nadie y van a desear las palabras que Nadie había dicho,
para resolver el bendito caos personal, propio de todos los que tenemos libre
albedrío.