No existe negación mental, negación liviana, en la cual crees
negarte y Dios te deja en paz y asume que sí te negaste a ti mismo, y como te
ama no te manda a ser destruido.
Desengáñate. Cada ser que desea negarse es
destruido por orden de Dios y lo hace para su bien.
Así como Jesús fue amenazado, perseguido,
incomprendido, calumniado, golpeado y asesinado, así mismo, sin excepción,
sucede a todo aquel que desee de verdad el sendero de la perfección que ofrece
Jesús.
Es necesario que te destruyan delante de
los demás, que seas calumniado, que digan que dijiste e hiciste obras que no
hiciste. La orden es dejar que eso suceda sin aclarar lo más mínimo.
Es necesario que te desprendas de tu ego
para poder ser libre, y Dios envía a sus siervos del mal para que te ayuden a
ser destruido, y tú en silencio los ves y nada dices.
Luego verás lo relajado que es ser libre
del "qué dirán los demás".
Solo los que no tienen honra en este mundo
lo saben.
Si crees que puedes irte de este mundo
cómo un personaje importante, con triunfos, reconocido, estás equivocado. La
negación implica salir destruido, en silencio, siendo un don nadie, calumniado.
Los verdaderos cristianos que han llegado al final de su negación
desaparecieron, no se les recuerda ni se les reconocen sus obras.
Este mundo necesita las iglesias que hay
hoy en día, con reconocimientos, homenajes y personajes importantes, para que
los vencedores puedan irse sin ruido, por la puerta de escape, con la cabeza
agachada, humillados.
Así fue establecido por Jesús, y así dio
su ejemplo.
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